En su recorrido de casi treinta kilómetros, avenida de los Insurgentes atraviesa la Ciudad de México de norte a sur. Poco más allá de la mitad, cruza Río Mixcoac generando una intersección de vialidades conocida como Glorieta del Manacar. Sin embargo, no se llama así y la nomenclatura no aparece en los mapas ni en la señalización urbana.
MAN A CAR es acrónimo de Manuel, Antonio y Carlos Santacruz, constructores de un conjunto arquitectónico que ahí se inauguró en 1965. Era una torre de 16 pisos flanqueada por un edificio horizontal donde se instaló la combinación perfecta de librería, café y cine.
A diferencia de otras salas, frente a pantalla del Cine Manacar no corría un telón de terciopelo rojo. Al inicio, intermedio y fin de la función, ante cientos de espectadores, se desplegaba y plegaba Los danzantes, obra del maestro Carlos Mérida. Una joya.
El sismo del 85 dañó la torre, cambiaron los tiempos y el Manacar se subdividió en salas pequeñas. Los danzantes se desmontó y la mayoría de los cinéfilos le perdió la pista al magnífico telón de Mérida.
En 2013, un incendio provocó el cierre definitivo de las salas de cine y al poco tiempo el Conjunto Manacar desapareció. Fue tan rápido que muchos vecinos ni cuenta se dieron de los trabajos de demolición. Un día estaba ahí y al otro no.
Antes de que terminara ese año, empezó la cimentación de una nueva torre. Enrique Carral, Víctor Ballardo y Héctor Meza, los arquitectos del conjunto original y socios de Pulso Inmobiliario, fueron los constructores esta vez.
Para garantizar el estatus icónico del edificio, Pulso encargó el diseño arquitectónico a Teodoro González de León. Durante tres años, la forma escultórica piramidal de la Torre
Manacar creció hasta alcanzar sus 144 metros sobre la misma acera que la anterior. Mucho más alta.
Recuperar el telón de Carlos Mérida fue idea del arquitecto González de León. La obra había sido donada al Fondo Nacional para la Cultura y las Artes donde estuvo en sus bodegas por años.
Los doce paneles que forman Los danzantes se restauraron y el telón volvió al Manacar como obra pictórica monumental que luce en el atrio de la torre.