Así define Ivonne Kennedy a su lienzo Ars Combinatoria, una pieza con poco menos de 2 metros de largo y alto, característica que sin duda impone en cualquier espacio en el que se encuentre.
“Esta obra nació de observar un dibujo creado por el alquimista Athanasius Kircher en Amsterdam en 1669 y que encontré en el libro Alquimia y Mística de Alexander Roob, donde menciona cómo Kircher compartía la opinión de los cabalistas de que la Creación era un acto combinatorio, un proceso de reproducción por la infinita permutación de los nueve atributos revelados de Dios, los sephirot y en consecuencia, el universo entero no es otra cosa que un entramado de analogías y correspondencias estructurales sujetas a las leyes de la lógica y de la armonía.
Kircher tenía ideas muy complejas sobre los conceptos del tiempo, es un pionero de la ciencia cuántica”.
Por sus dimensiones y la manipulación que requería, esta obra apenas cabía en el estudio de Ivonne, así que contrató un asistente para poder manipularla…
“Curiosamente no me tomó todo el tiempo que la gente supone, pero sí de mucha habilidad, aún así, la obra tuvo su tiempo del que satisfactoriamente me resultó lo que quería ver, además de que con ella aprendí a respetar la exactitud de la simetría y comprender cómo el error de un milímetro se refleja después en centímetros y hay que volver a empezar”.
Le gustó tanto a Ivonne el resultado de esta obra que intentó hacer una réplica en un formato menor para que también fuera mucho más viable realizarla y sabiendo cómo hacerla, le fue imposible repetirla pues no suele cazar con las fórmulas, siendo la experimentación y el juego su motor creativo.
“Esta pieza corresponde a un momento, al de aquella energía que quiso representar lo que yo había visto con fascinación… y las ganas de verla en gran formato me impulsaron, junto con la energía de la experimentación, algo que ha acompañado mi trabajo todo el tiempo, desde mis inicios”.
También, nos confesó que sus creaciones son bastante íntimas. “Tanto, que no me es dado producir en serie y mucho menos tener asistentes, debido a la energía personal con la que ejecuto cada pieza”.
La recomendación de la artista es que quien adopte esta pieza en su espacio necesitará óptimamente 5 o 6 metros de espacio libre para poder observarla tanto de lejos como de cerca, se disfruta de ver a media luz y durante los cambios de la luz del día… es una pieza que despierta curiosidad a la distancia pero también reta a quien la ve de cerca. Otorga un aire místico, pero también muy contemporáneo y minimalista a los espacios, es una obra silenciosa, pero no vacua porque vibra sabias reflexiones de cuatro siglos atrás.
El viernes publicaremos la última entrega de esta magnífica entrevista con Ivonne Kennedy, en la que retomaremos el aspecto personal y las experiencias de creación colectiva de esta talentosa mujer mexicana.
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